La actual legislatura se inicia
batiendo record de endeudamiento público: ni más ni menos que 1´1 billones de
euros debe el conjunto de las Administraciones Públicas, esto es, el
equivalente al 101% del PIB, o ni más ni menos que 23.831 € por habitante.
Resulta cuanto menos paradójico que el PP, adalid del rigor presupuestario,
haya pulverizado todos los record históricos en esta materia: cuando Rajoy fue
elegido por primera vez Presidente del gobierno en diciembre de 2011 la deuda
pública era de tan sólo 743.530 millones de euros (el 69´5% del PIB). En
resumidas cuentas: Rajoy hereda de sí mismo una factura de 363.163 millones de
euros y sobre la espalda de cada ciudadano pesa hoy un 52% más de deuda que
hace cuatro años.
Esa no es la única paradoja:
teórica (y legalmente) las Administraciones Públicas sólo pueden endeudarse
para financiar inversiones así que cabría esperar que este incremento de la
deuda pública obedeciese a un incremento del esfuerzo inversor; sin embargo
actualmente ese esfuerzo es notablemente inferior al de hace cuatro años. Si en 2011 la Formación Bruta de Capital
(FBK), magnitud que mide el esfuerzo inversor de las Administraciones Públicas,
fue de 39.638 millones de euros, equivalente al 3´7% del PIB, (cifra ya de por
sí baja comparada con los 55.142 millones de 2009, inicio de la crisis); el año
2015 cerró con una FBK de tan sólo 27.005 millones (un 2´5% del PIB)…y eso
porque afortunadamente era año electoral, ocasión propicia para captar votos
vía obra pública.
Ciertamente toda la Unión Europea
sufre el embate de la crisis y el diseño del BCE no contribuye en nada a
facilitar una salida. Pero los datos demuestran que Rajoy está entre los peores
alumnos del neoliberalismo europeo: tal ha sido el crecimiento de nuestra deuda
que nuestras Administraciones ocupan hoy el 6º lugar entre las más endeudadas
de las 28 que componen la Unión Europea, cuando en 2011 ocupábamos el puesto
12º y en 2007, año en que estalló la crisis, un envidiable puesto 16º.
Por supuesto no todas las Administraciones
Públicas han gozado de la misma manga ancha para endeudarse que la
Administración Local: la Corporaciones Locales, eternas hermanas pobres de la
Hacienda Pública española, han sido sometidas a un férreo control financiero desde
comienzos de la crisis. No sólo se les exige aprobar presupuestos equilibrados
cuando la economía está deprimida y los ingresos tributarios por los suelos: desde
2009 el Ministerio de Hacienda ha promovido hasta 8 reales decretos distintos
en los que, de forma parsimoniosa y bajo condiciones leoninas, auxiliaba
ligeramente a unas haciendas locales asfixiadas por la falta de liquidez. Y
todo, bajo unas condiciones propias de un programa de ajuste de los que el FMI
aplica a los países del Tercer Mundo: se les ha exigido recortar un 5% el gasto
en personal; incrementar el IBI al tipo máximo; eliminar bonificaciones con
impacto social; elevar las tasas y precios públicos hasta lograr la
autofinanciación de los servicios que prestan lo cual es ineficiente además de
regresivo, etc, etc. Tanto es así que las Corporaciones Locales tienen hoy un
nivel de endeudamiento equivalente al 3´2% del PIB ¡0´2 puntos menos que cuando
Rajoy llegó al poder!. Obviamente esto se ha traducido en un notable deterioro
en la calidad y cantidad de los servicios que los ayuntamientos ofrecen a la
población.
No es de extrañar que el gobierno
de la nación haya tenido ese comportamiento: Rajoy proyecta sobre otras Administraciones
el espíritu y la letra del plan de rescate (cuya existencia el PP siempre negó)
y que se sustanció en la firma del “Memorándum de Entendimiento” (MoU) entre el
Gobierno de España y la “troika” el 20 de julio de 2012, mediante el cual se
abría una línea de crédito de hasta 90.000 millones de euros con la única finalidad
de rescatar la banca española. Triste paradoja: mientras los españoles se
volcaban en aplaudir a su selección de fútbol, campeona de la Eurocopa 2012,
eran los mercados financieros los que nos goleaban a nosotros con la inestimable
ayuda de nuestro gobierno.
Cabe recordar que la deuda de las
Administraciones Públicas condiciona directamente la calidad de vida de los
ciudadanos: la necesidad de refinanciar periódicamente los vencimientos y de
contratar nueva deuda para pagar los intereses, nos deja en manos de la
“troika” en virtud de la legislación neoliberal europea, que prohíbe
taxativamente al BCE adquirir deuda pública en los mercados de emisión. Sin una
política que promueva el crecimiento, la deuda genera más deuda y más sometimiento
a la “troika”. Durante el gobierno de Rajoy (2012 – 2015) las Administraciones
Públicas han pagado el equivalente a 13 puntos del PIB en concepto de intereses,
es decir, que el 45% del déficit público se explica por el gasto en intereses. Y
claro: para pagar esos intereses hubo que aumentar más la deuda pública.
Además, la cosa no mejora: para 2016 se espera que haya que desembolsar otro
3´1% del PIB en intereses, lo que explica el 60% del déficit que habrá este año.
Así es como la deuda genera más deuda y obliga a nuevos recortes.
Por supuesto las cosas se podrían
haber hecho de otra manera y en el fondo subyace el problema del euro y el
diseño neoliberal del BCE impuesto en su día por el Bundesbank y sus
admiradores europeos, incluidos los gobiernos socialdemócratas. En tiempos de
crisis se requieren amplios programas públicos de creación de empleo, pero éstos
son inviables sin el respaldo financiero del banco central de turno. Y eso
quisieron garantizarse en su momento los creadores del BCE: que no pudieran implementarse
políticas de orientación keynesiana, que la lucha contra el desempleo
descansase exclusivamente sobre el recorte de salarios y derechos de los trabajadores.
Por el contrario, una inusitada
fe en la propiedad privada y en los mercados permite al BCE inyectar cantidades
masivas de dinero en el sistema financiero….en ese mismo sistema financiero que
años atrás malgastó los ahorros de los ciudadanos en especulación inmobiliaria
y bursátil, y que ahora atesora el dinero barato procedente del BCE a la espera
de tiempos mejores. Actualmente el BCE mantiene inyectados en el sistema
financiero europeo la friolera de 1´63 billones de euros, de ellos 333.319
millones (el 20% del total) en el sistema financiero español. En nuestro caso
eso supone que se ha multiplicado por 3´5 la cantidad de dinero que el BCE
mantenía inyectados justo antes de la crisis. Y todo a coste 0% o casi. Pero el
sistema financiero no moviliza ese dinero y prueba de ello es que desde que
comenzó la crisis el crédito a los hogares se ha contraído un 19% (un 2´1% sólo
el año pasado).
Como decíamos, las cosas se
podrían haber hecho de otra manera si la correlación de fuerzas en Europa fuera
distinta. Podrían haberse diseñado planes públicos de empleo, descartando
proyectos de inversión socialmente no rentables (como esos aeropuertos del PP
que llevan aviones de ningún sitio a ningún lugar, autovías sin coches o desalinizadoras
que no desalan). ¿Acaso estamos sobrados de hospitales o colegios? ¿No necesita
un impulso nuestra red ferroviaria? ¿No hay oportunidades de empleo en el
sector medioambiental o en la adecuación de las tecnologías que utilizan las
empresas a estándares de sostenibilidad ambiental? Se podía haber acometido un
plan de amortización (monetización) de parte de la deuda pública, evitando así
la implantación de los insufribles rescates que tanta fama han dado a la
“troika” y a sus “hombres de negro”. Se podía, en definitiva, haber puesto el
euro al servicio de los ciudadanos, y no a los ciudadanos al servicio del euro
y de quienes lo acaparan.
A partir de la herencia que Rajoy
se lega a sí mismo (gracias a la inestimable colaboración del PSOE en su
investidura) se diseñará la política económica que los ciudadanos sufriremos a
lo largo de la nueva legislatura. Sobre nuestro país pesa la exigencia de la
Comisión Europea de acometer recortes por importe de unos 5.500 millones de
euros: de lo contrario la “troika” se encargará de que los mercados financieros
hagan imposible la financiación de nuestra deuda pública. Sin lugar a dudas se
trata de una utilización espuria, casi mafiosa, del poder que los ciudadanos
han delegado en las instituciones europeas. Todo parece indicar que Rajoy se
plegará nuevamente al chantaje financiero (¿recuerdan en qué condiciones se
gestó la reforma del artículo 135 de la Constitución, mancomunada por PP y PSOE
en septiembre de 2011?). Pero ni siquiera cumpliendo con este catecismo
neoliberal se nos augura un buen futuro: para 2017 la tasa de paro seguirá en
el 18% (más del doble de la media europea), y la deuda pública se elevará un
poco más todavía, hasta 1´16 billones de euros. Desde luego no estamos en deuda
con Rajoy, pero sí por culpa de Rajoy.
1 comentario:
Sr. Bellod, lo que aun no entiendo de los ciudadanos de mi pais, como se puede seguir votando y confiando en quienes nos han arruinado. Solamente tiene audiencia en los medios de comunicacion sobre todo la caja tonta, programas basura que fomentan la ignorancia y el saber de la vida privada del projimo.
Como me gustaria un programa donde personas como usted, nos informasen de la realidad de este pais, pues personas como usted son los medicos que indican el estado de salud de este pais llamado España.
Como bien dice el escritor A. Perez Reverte," Tenemos lo que nos merecemos".
Simplemente gracias, y hoy he aprendido algo mas, que determinados poderes politicos quieren ocultar. Un saludo y seguire leyendo su magnifico blogs.
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