sábado, 15 de diciembre de 2018

Elogio de la Emancipación

En una extensa serie de artículos publicados en estas mismas páginas, el profesor Francisco Giménez Gracia despacha numerosos (y desacertados) mandobles dialécticos contra una confusa amalgama de conceptos relacionados con el marxismo (Socialismo, Comunismo, el propio marxismo…). Vaya por delante que tratar de deslindar cada uno de esos conceptos es de por sí una tarea ardua que trasciende la intención de estas líneas, pero para la cual el lector interesado puede encontrar ingente literatura. Llama especialmente la atención la analogía que establece entre marxismo y religión: una analogía absolutamente falaz. La religión es “falsa conciencia”, una ideología más en el sentido marxista del término (no en la acepción de Destut de Tracy, popularizada en los manuales de Teoría Política). Por el contrario, el pensamiento marxista, surgido durante de la Revolución Industrial, ni nace con la intención de ocultar la realidad de las relaciones entre los seres humanos (relaciones económicas de explotación), ni tiene voluntad de alienar. Todo lo contrario: la vocación del pensamiento de Carlos Marx (de cuyo nacimiento se cumple ahora doscientos años) es emancipar, liberar al ser humano de un sistema explotador, de un sistema que aborrega e inflige sufrimiento con la estrecha complicidad del golpe de sable y del sermón. No puedo negar que entre los millones de seguidores de Marx haya existido una actitud que algunos pueden confundir con el “fervor religioso”. Pero aquí el término correcto es “entusiasmo”. ¿Podría ser de otra manera? ¿Cómo no habría de entusiasmar a cualquier ser noble, hambriento de Libertad y Prosperidad, hambriento de Dignidad, la idea de que todos los seres humanos nacemos Libres e Iguales, que la propiedad privada corrompe esa Libertad y esa Igualdad? ¿No nos enseña la experiencia cotidiana que hasta hermanos de sangre son capaces de matarse por el reparto de una herencia, ya sea de un enorme paquete de acciones o unas exiguas fanegas de tierra? ¿Hemos de criticar que el “entusiasmo” de los seguidores de Marx les llevase a plantar cara al nazismo (una modalidad de capitalismo, al fin y al cabo) y liberar los campos de concentración que Hitler sembró por Europa? ¡Bendito entusiasmo! Sabido es que Marx fue periodista, historiador, filósofo y economista; y toda su obra está hilvanada por un mismo impulso ético: el gusto por el rigor científico, el esfuerzo meritorio en busca del bien colectivo, el apoyo a todas las causas emancipadoras de su tiempo… Y siempre con gran sacrificio personal: el hambre, la enfermedad, la discriminación laboral y el exilio marcaron buena parte de su vida. Moneda común, incluso hoy, entre millones de personas que se rebelan ante situaciones injustas. No hace falta siquiera salir de España para comprobarlo. Marx propone la “lucha de clases” como herramienta para construir una sociedad Libre y Próspera para todos. Insisto: para todos. En este sentido, resulta ofensivo que el profesor Giménez Gracia invoque los términos “rebaño” y “establo” a quienes admiran la obra de Marx o a quienes militan en las organizaciones (políticas y sindicales) que promovió activamente. Sin ir más lejos, partidos y sindicatos de izquierda libran, con mayor o menor fortuna, una insistente batalla para lograr que los inmigrantes dejen de malvivir en las infraviviendas (verdaderos “establos”) a los que les condena el sistema capitalista para lucro de unos pocos.
Contrariamente a lo que pregonan los seguidores de Adam Smith, ni la codicia ni el egoísmo son algo innato, ni tampoco fuente de progreso. La Historia del Capitalismo es una historia preñada de violencia. A los seres humanos se les educa en valores negativos de forma institucionalizada: en la familia y en la escuela, en la calle y en la empresa; y también por medio de lo que Althusser denominó “Aparatos Ideológicos del Estado”. Como si las relaciones solidarias y de cooperación entre individuos y entre naciones fuesen inviables. Un botón de muestra sobre ese egoísmo inducido: el mismo día que una ciudadana se suicidaba en Madrid acosada por un procedimiento de desahucio inmobiliario, el Barómetro del CIS revelaba que sólo para el 0´1% de los encuestados los (numerosísimos y detestables) desahucios están entre los tres mayores problemas del país. No se nace insolidario: se nos educa en serlo porque el capitalismo nos necesita así. Doscientos años de capitalismo nos han enseñado que el progreso técnico no asegura una vida libre y digna para todos: ni siquiera para la mayoría. Basta con echar un vistazo para comprobar que miles de millones de seres humanos de todos los continentes están privados de condiciones de vida digna a pesar de que existen las condiciones tecnológicas para poner fin a tanto sufrimiento. Lo que sí garantiza el capitalismo es violencia en todos los ámbitos, incluso en la familia. ¿No fue la lucha por el reparto de la riqueza colonial lo que dio pie a la I Guerra Mundial, de cuya finalización se cumple ahora un siglo? ¿No fue el militarismo nazi, secuela de la anterior, lo que desembocó en la II Guerra Mundial?. No, ni el marxismo es una religión ni son atávicas motivaciones religiosas las que mueven a quienes se inspiran en él. Es mucho más sencillo: hacer realidad los ideales ilustrados de Libertad, Igualdad y Fraternidad en cuya consecución ha fracasado un sistema viejo basado en el beneficio empresarial. Emancipación, en una palabra. (Publicado en "La Opinión de Murcia", el 15 de diciembre de 2018).

sábado, 10 de noviembre de 2018

Los salarios en España, bajo mínimos.

El INE acaba de publicar la distribución de salarios brutos correspondiente a 2017. Como puede apreciarse, el 30% de los asalariados gana menos de 1230 € brutos al mes. En el caso de las mujeres el hecho es mucho más grave: el 40% de las mujeres cobra menos de esa cantidad. Ojo: salario bruto. ¿Y aún hay quien cree excesivo elevar el salario mínimo a 900€? La reforma laboral y la debilidad sindical impiden que el crecimiento económico (el PIB ha crecido por encima del 3% desde 2015) se traduzca en salarios reales dignos.

Diez años sin Lehman Brothers

El 15 de septiembre se cumplieron exactamente diez años de la quiebra del centenario banco norteamericano Lehman Brothers, la mayor quiebra bancaria de la historia: una catástrofe que se saldó con unos pasivos impagables superiores a 613.000 millones de dólares. Las consecuencias para la economía mundial fueron mucho mayores y se prolongan hasta nuestros días en forma de pérdida de renta, macroendeudamiento y desempleo masivo a nivel mundial, amén de una desconfianza que corroe hasta el último intersticio del sistema financiero mundial.
En el caso de España, una economía que ya venía desacelerándose desde 2007 por el lastre de los desequilibrios acumulados durante el “boom del ladrillo” (pérdida de competitividad y productividad, especialización en una actividad de escaso valor añadido, insostenible endeudamiento familiar, abandono de actividades punteras en formación e I+D+i…), se dio de bruces con la sequía monetaria que sobrevino tras la sucesión de quiebras financieras a nivel mundial. El crédito pasó de crecer a tasas superiores al 24% anual a contraerse al -6´4% dejando en el camino una oleada de quiebras empresariales en todos los sectores que fulminó más de 300.000 empresas. Nuestra tasa de paro saltó repentinamente del 8´2% al 26´1% y nuestro PIB se contrajo en términos reales un 8´9% en el periodo 2008 – 2013. Aunque desde 2014 el PIB ha vuelto a crecer moderadamente (en torno al 3%), nuestro PIB per cápita (indicador de nivel de vida) está aún por debajo de los niveles previos a la crisis y las sucesivas reformas laborales impiden que el crecimiento se traduzca en mayor y mejor empleo y salarios como antaño. La participación de los salarios en el reparto del PIB se ha reducido en 4 puntos y sigue disminuyendo: somos líderes europeos en pobreza y desigualdad. Por supuesto quienes perdieron su empleo no lo recuperarán, no al menos en las condiciones de derechos y salario real anteriores a la crisis, ni les serán devueltas las viviendas desahuciadas ni la salud rota. Ni qué decir tiene que tras las reformas laborales de Zapatero y Rajoy, un “contrato indefinido” firmado hoy no tiene nada que ver en derechos y en expectativas con uno firmado antes de 2008. Datos aparte, resulta oportuno precisar algunas ideas para evitar una interpretación errónea de la crisis, tanto de la actual como de la que se atisba en el horizonte. La burguesía, ha movilizado a su claque de pseudo-científicos, para a construir su propia historiografía sobre lo acontecido en un intento de legitimar, ante todo, las bondades del capitalismo, del mercado y de la propiedad privada. Seamos razonables: la quiebra de Lehman Brothers no fue el inicio de la actual crisis, del mismo modo que el asesinato de Calvo Sotelo no fue la causa de la guerra civil española. Las raíces tienen un carácter estructural y se hunden más allá de la cáscara financiera visible. No estamos ante una sencilla película de villanos a la que nos tiene tan acostumbrada la pseudocultura hollywoodiense. La crisis arranca de la cada vez más elevada propensión a la especulación del sistema capitalista: lo que el economista Costas Lapavitsas, autor de “Beneficios sin producción”, ha denominado “creciente financiarización de la economía global”, fenómeno que ya detectaron clásicos del pensamiento marxista como Lenin o Hilferding (y por qué no decirlo, el propio Marx).
La idea es sencilla pero no falta de rigor: según Marx, la pugna entre capitalistas les lleva a introducir innovaciones tecnológicas ahorradoras de mano de obra (sustitución de capital variable por capital constante). La parte positiva es un inmenso desarrollo de las fuerzas productivas (más y mejor tecnología permiten fabricar más mercancías por hora), pero al sustituir a los trabajadores por máquinas se pagan menos nóminas y, con menores ingresos salariales la demanda agregada se va laminando. Es decir, la propia lógica interna del capitalismo potencia el “lado de la oferta” a la par que deprime el “lado de la demanda”: no es posible dar salida a tanta mercancía, lo que condena a los trabajadores a largos periodos de desocupación; salvo que, como indicó el eminente marxista polaco Michal Kalecki (codescubridor junto con Keynes del “principio de la demanda efectiva”), los capitalistas gasten toda la plusvalía obtenida, ya sea en bienes de lujo, ya sea en acumular más bienes de capital; o encuentren nuevos mercados (lo cual es viable para un conjunto de países pero no para el capitalismo globalmente considerado). Pero no siempre lo hacen y ahí entra en juego la especulación y el crédito: gastando en la adquisición de activos cuyos precios esperan forzar al alza (acciones, viviendas, café, electricidad…) el sistema logra una ocupación lucrativa para los capitales para los que no es posible encontrar un empleo rentable en actividades productivas porque no hay demanda: la especulación y el crédito (también la guerra), son dos poderosas herramientas que animan el gasto y permiten dar salida a la producción fabril. De hecho durante el “boom del ladrillo” España registró un nivel de desempleo extraordinariamente reducido (el 8%) produciendo viviendas que luego nadie pudo comprar (sobreproducción, según Marx). Desde los años 80, como subproducto del denominado “Consenso de Washington”, los gobiernos de la OCDE fueron desregulando más y más los mercados financieros: se trataba de eliminar las barreras que impedían que el “talento” de los banqueros (¿talento?) produjese todo tipo de activos financieros supuestamente saludables para el funcionamiento eficiente de la economía. Y a eso se dedicaron los banqueros: a diseñar nuevas modalidades de loterías especulativas para que la burguesía y los incautos ahorradores (recuerden las “participaciones preferentes”) destinasen unos recursos para los que el capitalismo no era capaz de hallar empleo productivo. Cuando la oleada de suspensiones de pagos y quiebras (de la que Lehman Brothers es simplemente un ejemplo simbólico) se sucedieron tanto la burguesía como sus aliados políticos y académicos fueron los primeros sorprendidos. Y es lógico: la teoría económica ortodoxa no explica nada al respecto, la especulación no existe en los libros de texto. Es más, según el paradigma vigente desde la década de los ´90 (la década de la “Gran Moderación”) un nivel reducido de inflación es condición suficiente para que las economías se desarrollen armoniosamente. Y así se adiestró a generaciones y generaciones de economistas que habrían de gobernar bancos centrales, diseñar políticas económicas… Pero era falso: en 2008 los países de la OCDE gozaban de un magnífico historial de reducida inflación e incluso superávit presupuestarios (España entre ellos) lo cual no impidió el desastre. Ante tal desconcierto y mientras la burguesía evaluaba la correlación de fuerzas, tanto en Estados Unidos como en la Unión europea se implementaron políticas fiscales y monetarias expansivas (el “Plan – E” en España, el “American Recovery and Reinvestment Act” en USA…). Fue una especie de “primavera keynesiana” de corto recorrido. Hacia 2010 el G20 logró embridar la situación: a pesar del descontento global no se atisbaba revolución alguna a la vista; era el momento de replegar velas, desprogramar las políticas keynesianas y pasar la factura de la crisis a la clase trabajadora. Factura en forma de rescates bancarios pagados con impuestos, en forma de recortes de servicios públicos, de endurecimiento del sistema de pensiones, en forma de reformas laborales restrictivas de derechos. Y todo, no sin contestación, fue encajado por la clase trabajadora. Pura lucha de clases, pero esta vez la iniciativa estaba del lado del capital. Me pregunto cuál es el legado de la actual crisis. Al fin y al cabo el “crack del 29” parió el keynesianismo: un ejercicio de honradez intelectual burguesa apuntalado a partes iguales por la crudeza de la crisis y el pánico al avance bolchevique, a sus partidos y sindicatos. La gran lección que los burgueses aprendieron en 1929 es que, sin intervención estatal, el capitalismo que tanto aman se asoma al abismo. Y cabe reconocer que el keynesianismo fue un duro contendiente contra el marxismo en la pugna por el voto obrero. Pero a día de hoy la correlación de fuerzas es muy distinta: no existe amenaza bolchevique, el sindicalismo está fuertemente institucionalizado y es difícil encontrar palabras como “planificación” o “nacionalización” en los programas electorales, y parte de la izquierda se dedica a coquetear con subproductos intelectuales burgueses como la “Economía del Bien Común”. La que se conoce ya como “Gran Recesión” sólo haya producido regresión intelectual: reedición de viejas políticas de austeridad, euro – fetichismo (el nuevo “patrón oro”), desregulación y desprotección laboral... ¿Y aún nos extraña que los neonazis avancen en Europa sobre los escombros de Lehman Brothers?

lunes, 16 de julio de 2018

¿Quién compra las viviendas en España?

Las estadísticas no mienten: cada vez se venden más viviendas y más caras, aunque estamos muy lejos de los niveles de actividad del boom inmobiliario. Pero ¿quién las está comprando? según las estadísticas del Banco de España el crédito a las familias para la adquisición de vivienda no cesa de contraerse desde 2010; actualmente cae a un ritmo del -2´48%. Sin crédito bancario una familia obrera no puede comprar una vivienda: ¿quién las está comprando entonces? Fondos buitre, familias adineradas y nuestros amigos de la clase media...esos que aprovechan la crisis para quedarse duros a cuatro pesetas...

lunes, 18 de junio de 2018

Salarios escasos y discriminatorios en España

El INE acaba de publicar la Encuesta de Estructura Salarial de 2016, cuyos datos revelan que, a pesar del crecimiento económico y de la cacareada recuperación, los salarios siguen siendo escasos y el trabajo asalariado es un importante nicho de desigualdad de género. El salario medio fue de 23.156 €, pero el salario de las mujeres fue un 23´3% inferior al de los hombres (5.793 € menos). El salario más frecuente (muchos cobran por dejajo de la media) fue de sólo16.497 € brutos anuales. El trabajo a tiempo parcial también es una herramienta de explotación: los trabajadores a tiempo completo ganan de media 15´55 €/hora...esa misma hora se paga a sólo 10´67 € a los trabajaores a tiempo parcial. ¿No deberían pagarse igual? Al fin y al cabo una hora de trabajo es una hora de trabajo. Y otro tanto sucede con el "tipo de contrato": los indefinidos cobran 15´44€/hora mientras que los de duración determinada cobran 11´80. Por cierto: la hostelería, verdadero motor del crecimiento económico, es la actividad que peores salarios paga: una media de 14.125 € anuales.

domingo, 27 de mayo de 2018

España: ¿empoderamiento ciudadano o de la Troika?

Hablar de “empoderamiento ciudadano” es hablar de democracia: “empoderamiento” evoca la idea de recuperación por la ciudadanía en general o de grupos específicos, del poder en manos de las instituciones o de los poderes fácticos (prensa, banca, Iglesia, lobbies empresariales…), poder que puede haber sido previamente cedido a éstas o poder que quizá nunca estuvo en manos de la ciudadanía. La idea de “empoderamiento” nos remite hoy, en los albores del siglo XXI, a ese concepto básico del pensamiento político de la Ilustración según el cual la soberanía nacional reside en el pueblo. En el caso de España, una nación plenamente integrada en la Unión Europea (UE) y en los principales organismos multilaterales ¿están los ciudadanos recuperando el poder cedido, el poder que quizá nunca tuvieron? ¿está sucediendo hoy cuando la digitalización y la 4ª Revolución Industrial están haciendo factible la comunicación entre ciudadanos y entre ciudadanos e instituciones? Tanto por deformación profesional como por entender que la Economía juega un papel central en la vida de los ciudadanos, centraré buena parte de mi análisis precisamente en el ámbito de la participación ciudadana en la política económica. [Texto completo aquí]

miércoles, 28 de marzo de 2018

Pensiones en España: un 5,6% más pobres...

El Banco de España acaba de publicar sus "Proyecciones Macroeconómicas 2017 - 2020". En ellas incluye su previsión de inflación para ese periodo, que estará entre el 2% y el 1´7%. Por su parte, el AIRef, organismo oficial encargado de calcular el incrementro máximo de las pensiones ya ha anunciado que hasta 2022 la revalorización no superará el 0´25% anual. Con esos datos hemos calculado la posible pérdida de poder adquisitivo (ver gráfico):un 1´75% en 2017, un 1´25% en 2018, un 1´15 en 2019 otro 1´45 en 2020. En total una pérdida de un 5´6%. Un desastre. O modificamos la Ley de la Seguridad Social y volvemos a la revalorización automática según IPC o este se convertirá en un país de pobres. Sin movilización no hay pensión.

viernes, 16 de marzo de 2018

Más dinero para la banca…

En febrero se volvió a batir récord de dinero inyectado por el Banco Central Europeo en la banca española: son ya más de 475.147 millones de euros, un 26% más que hace un año, un 275% más que cuando Rajoy llegó al poder. La contrapartida de esas ayudas millonarias son las políticas de austeridad aprobadas por el gobierno del PP a costa del bienestar y el bolsillo de los ciudadanos: el BCE presta a la banca a cambio de que el Estado recorte el déficit público. Rajoy habla de recuperación económica pero…si todo va tan bien ¿por qué la banca española no cesa de pedir inyecciones de dinero al BCE? ¿y por qué no se le da un destino productivo a ese dinero? ¿no se podría financiar un fondo social contra desahucios? ¿o el saneamiento de las finanzas municipales? Muchos políticos y economistas burgueses sostienen que, salvando la banca, lo demás se salva solo, que la banca privada es lo suficientemente inteligente para distribuir el crédito eficientemente. Pero, y digo yo: si tan eficaz es la banca por qué se produjo una horrorosa burbuja inmobiliaria cuyas consecuencias aún estamos pagando? Pura ideología y desvergüenza.