La nueva
etapa de petróleo “barato” que estamos viviendo a nivel mundial supone un grave
riesgo para la continuidad de las políticas de orientación “chavista” en
América Latina: así de sencillo, así de triste y así de grave.
La
gran obra de los gobiernos de inspiración chavista ha consistido en poner por
vez primera en la historia de Latinoamérica los recursos naturales de los países
respectivos al servicio de sus ciudadanos. Obviamente ni era ni es justo
esperar que en tan pocos años de gestión estos gobiernos recuperasen todo el
tiempo perdido bajo el mandato de las oligarquías poscoloniales: recordemos que
el chavismo gobierna Venezuela desde 1999; Evo Morales preside Bolivia desde
2006 y Rafael Correa es presidente de Ecuador desde 2007. Poco tiempo cuando se
trata de corregir desequilibrios históricos.
Tanto
en términos de prosperidad como en términos de desarrollo, lo logrado hasta el
momento es bastante satisfactorio y merece ser calificado como proeza: según la
evolución del Índice de Desarrollo Humano (elaborado anualmente por Naciones
Unidas), estos países han experimentado avances socioeconómicos muy importantes;
de hecho mientras ese indicador ha crecido un 2´9% en España en el periodo 2005
– 2013, estos países lo han hecho a un ritmo muy superior (véase Cuadro 1). Un botón de muestra: en solo 10
años, la pobreza extrema (proporción de habitantes que viven con menos de 2
dólares al día) ha sido reducida a la mitad.
Cuadro 1
Evolución del Índice de Desarrollo Humano de
Naciones Unidas
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2005
|
2013
|
Variación
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Puesto
|
IDH
|
Puesto
|
IDH
|
|
Bolivia
|
108
|
0,636
|
105
|
0,667
|
4,9%
|
Venezuela
|
70
|
0,716
|
64
|
0,764
|
6,6%
|
Ecuador
|
87
|
0,687
|
92
|
0,711
|
3,4%
|
España
|
26
|
0,844
|
26
|
0,869
|
2,9%
|
Fuente: elaboración propia
a partir de IDH (PNUD).
|
Sin
embargo, una de las principales deficiencias de su gestión, y que ahora cobra
triste actualidad, ha sido precisamente la insuficiente diversificación de su
estructura productiva: recibieron economías fuertemente dependientes de la
producción de petróleo y gas natural (monocultivos energéticos) y… una década
después lo siguen siendo. En el caso de Ecuador el petróleo constituye el 54´8%
de sus exportaciones, en Bolivia gas natural y petróleo suponen otro 56´8% y en
Venezuela la cifra se dispara hasta el 66´7%. Por esta razón buena parte del
PIB de estos países y de los ingresos presupuestarios de sus respectivos
gobiernos dependen de la exportación de hidrocarburos. La caída en la
cotización media del petróleo (105 $/barril entre 2011 y 2013, frente a los 60$/barril
actuales) supone un duro golpe macroeconómico frente al que los gobiernos
tendrán que tomar medidas.
La caída
del precio del petróleo afectará en primer lugar al PIB por la vía del consumo
privado, al disponer ciudadanos de menores ingresos procedentes de los
dividendos y salarios generados por el sector. A eso hay que sumar una segunda
ronda: los menores ingresos fiscales se traducirán en desequilibrios a los que
los gobiernos tendrán que responder mediante ajustes fiscales que pueden
deprimir adicionalmente la demanda agregada. Paralelamente, es de esperar que
este deterioro macroeconómico conlleve un endurecimiento en el acceso al
crédito (tanto interno como externo) que retroalimente el ciclo recesivo.
China, uno de los principales sostenes financieros de estas economías, también
parece enfriarse por lo que la colocación privilegiada de la deuda soberana de
estos países puede sumar nuevas dificultades.
Según
las previsiones del FMI la peor parte se la llevará Venezuela, para cuyo PIB se
estima una caída del -3% este año y otro -1% en 2015. En principio Ecuador y
Bolivia podrían vadear la crisis puesto que se estima crecimientos del PIB del
4% y del 5% respectivamente para el año próximo, cifras exorbitantes desde la experiencia
europea pero que suponen una peligrosa desaceleración si lo comparamos con el pasado
inmediato. Además, hemos de tener en cuenta que estos cálculos fueron hechos
por el FMI suponiendo que el precio medio del petróleo sería de 102´7 $/barril
durante 2014 y 99´4 durante 2015, cuando actualmente el petróleo cotiza por
debajo de los 60$/barril.
El impacto
de los precios del petróleo ya se están dejando notar en las respectivas
balanzas de pagos y en los saldos presupuestarios. En el caso de Ecuador las
exportaciones han crecido este año a una tasa del 5´4% (un ritmo cuatro veces
menor que en años anteriores) y el déficit público cerrará en un -4´2% (también
cuatro veces superior al de años anteriores). En el caso de Bolivia, el mayor
peso de las exportaciones de gas frente a las petroleras, ha atenuado el impacto
de los nuevos precios: las exportaciones aún crecen a buen ritmo (9%) y el
presupuesto cerrará el año con un pequeño déficit (-0´4% del PIB). Venezuela es,
con diferencia, el caso más dramático: las
exportaciones han caído un 7´8% este año, que viene a sumarse a otra caída
de -8´8% en 2013 y el déficit público cerrará en un -2´8% del PIB. Estos
desequilibrios vienen a complicar aún más la hiperinflación crónica que sufre
el país y que ni en los mejores años del chavismo fue capaz de controlar: el
mejor dato fue el correspondiente al año 2001 (un 12´5%) y actualmente los
precios crecen a un ritmo del 63´4%.
Lo
que estos datos demuestran es que la sombra del ajuste presupuestario
sobrevuela las economías de estos países. Ante ese escenario merece la pena
defender el legado de estos años de gobierno y esperar que estos países
implementen medidas alternativas a las que los organismos multilaterales nos
tienen acostumbrados. El ajuste ante a caída de los precios del petróleo es sin
lugar a dudas inevitable, pero no tiene necesariamente que consistir en
recortes sociales ni en aumentos regresivos de la tributación. Confiemos en que
el coraje que han demostrado estos años ante los embates del FMI y el Banco
Mundial sirva ahora para enfocar el nuevo escenario.
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