miércoles, 29 de octubre de 2014

¡Recordad a Cantillón!

Aunque al economista Richard Cantillón (1680 – 1734) se le recuerda principalmente por las circunstancias luctuosas de su muerte (fue asesinado y su casa incendiada para ocultar el homicidio), hizo una aportación básica en la Historia del Pensamiento Económico, a saber: que el efecto de un aumento de la cantidad de dinero en la economía depende del “modo” en que este aumento tiene lugar, depende de cómo y a quién se haga llegar ese dinero adicional.

Cantillón estaba en lo cierto y la historia reciente le da la razón.



El Banco Central Europeo ha practicado una política monetaria expansiva desde septiembre de 2008 (quiebra de Lehman Brothers) con grandes inyecciones de dinero barato vía préstamos a la banca privada europea. En enero de 2013 el BCE batió el record de dinero prestado: más de 907.000 millones de euros a tipos inferiores 0´25%. En el caso de la banca española, el récord de préstamos solicitados al BCE se registró en agosto de 2012: casi 389.000 millones de euros, más de un tercio de nuestro PIB… de los que actualmente aún se deben casi 155.000 millones.

Y sin embargo esta política de dinero abundante y barato lejos contribuir a la recuperación de la economía europea, nos aboca a una tercera recesión. La razón radica en el modo elegido para su instrumentación: utilizar la banca privada como intermediario en la ejecución de la política monetaria.

Craso error: como un oso que acumula alimentos antes de hibernar a la espera de la primavera, la banca privada acumula dinero barato, pero no lo presta, a la espera de que vuelva los buenos tiempos. Pero con esa actitud sólo consigue deprimir más la economía y que sean cada vez más las familias incapaces de hacer frente a sus deudas: por eso la tasa de morosidad supera ya el 13%, y no cede pese a los anuncios de recuperación que propaga el Gobierno. La realidad es que a pesar de los ingentes recursos recibidos, el crédito a familias y empresas lleva 58 meses contrayéndose: al no prestar, la banca privada impide que la actividad económica despegue y es causante de más morosidad. Un círculo vicio que sólo pueden romper los poderes públicos con una política económica expansiva en los ámbitos fiscal y monetario.

¿Podía haberse hecho las cosas de otra manera?

Desde luego, aunque todas las alternativas chocaban con la línea de flotación del pensamiento neoliberal que domina las instituciones europeas.

En primer lugar podría haberse establecido cierta condicionalidad al dinero barato del BCE: exigir a los bancos prestatarios el cumplimiento de ciertas metas de crecimiento del crédito a familias y hogares. Y poner límites a los tipos de interés por operaciones de crédito al consumo y por la utilización de tarjetas de crédito. Además, hubiera sido muy efectivo utilizar el sistema de banca pública para canalizar el dinero a los ciudadanos. En particular hubiera sido muy útil utilizar la red capilar de oficinas de las cajas de ahorro para ese empeño. Pero España ha hecho todo lo contrario: desde los años 90 se embarcó en una irresponsable carrera por privatizar la banca pública (Caja Postal, Banco Exterior, Banco de Crédito Local, etc) y las cajas de ahorro han sido transformadas a la fuerza en bancos privados para regocijo de los grandes banqueros de siempre.

En segundo lugar, debería haberse inyectado parte de se dinero en las Administraciones Públicas a tipo de interés cero, facilitando políticas keynesianas y ahuyentando a los especuladores que se ceban con la prima de riesgo. Si hay dinero al 0% de interés para la banca privada, ¿por qué no puede haberlo para los gobiernos de España o Grecia? Antes de la crisis el 15% del déficit obedecía al pago de intereses de la deuda pública, hoy supera el 55%. La especulación nos cuesta dinero a los contribuyentes y a los usuarios de los servicios públicos: el BCE podía haberla evitado prestando a los gobiernos para que estos no hubieran tenido que acudir a unos mercados dominados por los especuladores. Además, una parte sustancial del déficit tiene carácter coyuntural o cíclico: se debe a que la economía está funcionando por debajo de sus niveles “normales”, y por tanto los ingresos fiscales también son muy inferiores a los que corresponde a un nivel de pleno empleo. Una política expansiva que reactive la economía generaría recursos tributarios suficientes para reducir de un plumazo el déficit público en 3´8 puntos del PIB. Habríamos evitado los conocidos recortes presupuestarios que no sólo han deteriorado los servicios públicos sino que han contribuido a prolongar la crisis económica al deprimir la demanda agregada.

En tercer lugar debería haberse instrumentado un plan de rescate a las familias: el elevado endeudamiento de los hogares pesa como una losa sobre el consumo y lastra la recuperación económica. Dicho endeudamiento puede reducirse con la creación de un fondo para facilitar una moratoria a las familias incapaces de hacer frente a sus monstruosas hipotecas. Habrían bastado unos 45.000 millones de euros: apenas el 12% del dinero prestado a la banca. Y también hubiera sido oportuno incorporar un plan fiscal para la quita parcial de la deuda de los hogares a costa de los balances de la banca: esas deudas nunca debieron contraerse porque son resultado de la especulación inmobiliaria que elevó artificialmente el precio de las viviendas, y no es justo ni eficiente que se paguen en su totalidad. Habríamos evitado desahucios, el menor endeudamiento habría dinamizado el consumo y, a la postre, hasta la banca se había beneficiado de esta política porque todo ese dinero habría fluido por el circuito bancario.

Pero para desgracia nuestra el dogmatismo de quienes nos gobiernan impide implementar soluciones creativas en materia de política económica.


P.D.: hoy conocemos la obra de Cantillón gracias a los esfuerzos de otro brillante economista británico, Stanley Jevons (1835 – 1882), también fallecido a la temprana edad de 47 años ahogado a causa de una indigestión en las plácidas aguas de un balneario.

[También puede interesarte: "Desigualdad y pobreza: deterioro de las condiciones de vida en España".]

miércoles, 22 de octubre de 2014

El oneroso rescate de Europa



Acaban de cumplirse seis años de la quiebra del banco de inversión norteamericano Lehman Brothers, aldabonazo de la crisis financiera global que aún nos acecha: se hundió el PIB europeo y el desempleo escaló hasta a niveles históricos. Además, la ralentización de la economía tuvo como consecuencia inmediata el aumento del déficit público incluso en países en los que, como España, se había gozado de superávit gracias a las mieles de la especulación inmobiliaria.

Repentinamente descubrimos que el sistema financiero era un gigante con pies de barro: la especulación de todo tipo que había florecido a la sombra de la política de dinero barato del BCE para hacer más digerible la implantación del euro, cesó. Y descubrimos que nuestros bancos, nunca inocentes, habían participado de prácticas delictivas como la comercialización masiva de “activos tóxicos” (derivados de hipotecas “subprime”, participaciones preferentes…). De la noche a la mañana el patrimonio bancario se volatilizó… pero todos debíamos mucho a unos bancos que no valían nada.

Pese a algunos tímidos ensayos keynesianos (el “Plan – E” de Zapatero) pronto se impuso la lógica neoliberal de los Tratados de la Unión Europea y los Estatutos del BCE.

Los banqueros impusieron su lógica nefasta: nada de reformar el capitalismo, nada de una Europa más social, nada de políticas keynesianas… “salvando la banca salvamos Europa”. Como la quiebra de Lehman Brothers había derivado en la paralización de los mercados financieros internacionales, el crédito había cesado y la actividad económica se había frenado. Nada en apariencia más sencillo que tratar de insuflar vida (dinero) al sistema financiero para que el crédito volviera a fluir y recuperar la prosperidad perdida. Absurdo: volver a engrasar la maquinaria especulativa de los bancos quebrados para que esos mismos bancos tradujesen el rescate bancario en crecimiento económico.

Los “planes de rescate” fueron la herramienta elegida retornar al paraíso perdido. Un “plan de rescate” es un contrato entre un país “intervenido” y sus rescatadores para concederle el crédito que ya no puede loghrar emitiendo bonos en los mercados. El rescatador, en este caso la “troika” (Comisión Europea + BCE + FMI), exige en contrapartida una serie de medidas de política económica (“condicionalidad”), amén de la devolución del crédito con sus correspondientes intereses.

Los planes de rescate europeos poco diferían de los que el FMI aplica en el Tercer Mundo… Sí: el FMI dirigido por delincuentes como Rodrigo Rato, Strauss – Kahn o Lagarde…

En primer lugar el dinero prestado ha de destinarse a salvar la banca y, el sobrante, a reprogramar la deuda pública: los acreedores antes que los ciudadanos. En segundo lugar, los gobiernos intervenidos se comprometen a reducir su déficit hasta el 3% fijado por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, recortando gasto público e incrementando los impuestos indirectos (IVA). Tales recortes no sólo debían ayudar a reducir el déficit sino, de paso, eliminar “privilegios” a la acomodada clase obrera europea, poco dada a competir por culpa del “generoso” Estado de Bienestar, garante de servicios educativos y sanitarios para todos.

Por la misma razón, los planes de rescate incluyen reformas laborales que faciliten y abaraten el despido y retrasen la jubilación. Además, los planes de rescate habrían de favorecer la concentración bancaria (menos bancos pero más poderosos), prohibiendo la indemnización a ahorradores que hubieran sido estafados con fórmulas como las “participaciones preferentes”, “cuotas participativas” o productos similares. Borrón y cuenta nueva a favor de la banca.

Contrariamente a lo que sostiene Rajoy, España sí ha sido intervenida: el plan de rescate, denominado ampulosamente “Memorándum de Entendimiento” (MoU, en inglés), se firmó con la “troika” el 20 de julio de 2012.

Estos planes han ido acompañados de jugosos fondos para la banca en condiciones muy ventajosas.

De una parte los gobiernos de la Unión Europea dieron a la banca subvenciones a fondo perdido que ascienden a más de 175.000 millones de euros. Sumemos la adquisición de pasivos emitidos por los bancos quebrados y que nunca se recuperarán: otros 198.679 millones de euros. Y para redondear la operación, los gobiernos han concedido a la banca avales y contratos de indemnización frente a posibles pérdidas por importe de otros 505.189 millones de euros. A día de hoy el dinero público movilizado por los gobiernos a favor del sistema financiero asciende a 878.910 millones de euros. 

Pero eso no es todo. Sumemos el dinero movilizado por el BCE, que ha llegado a prestar a la banca más de 900.000 millones de euros a tipos que rondan el 0% – 0´25% para devolver en cómodos plazos. Hoy la banca aún debe más de 507.000 millones y no parece que tenga prisa en devolverlos: invertirlos en deuda pública norteamericana al 3% o 4% es la estrategia que siguen, estrategia de “esperar y ver”, estrategia de “cobrar pero no prestar”, que está retardando sine die la recuperación europea.

Y mientras tanto se niega el pan y la sal a los gobiernos nacionales para financiar políticas expansivas creadoras de empleo o políticas sociales que compensen los dramáticos efectos de la crisis. No es posible implementar políticas de este tipo (keynesianas) si no hay dinero abundante y barato. Al BCE le correspondía haber jugado ese papel, pero los redactores de sus estatutos se encargaron de prohibir expresamente que el BCE comprase deuda pública en el “mercado primario”. Prestando al 0% – 0´25%, podría haber evitado que los gobiernos tuviesen que enfrentarse a “primas de riesgo” abusivas y exorbitantes que consumían los menguantes presupuestos públicos y sólo beneficiaban a los especuladores.

El balance de los programas de ajuste no puede ser más decepcionante. En el cuadro adjunto resumimos la evolución de los países intervenidos.

Llama la atención la enorme “brecha de renta”, esto es, la diferencia entre la renta per cápita actual y la que disfrutaban los ciudadanos justo antes de la crisis. Esa brecha mide lo que a un país le falta por recorrer para restablecer los niveles de bienestar previos a la crisis, y va desde los -5´6 puntos de PIB de Portugal hasta los -23´2 de Grecia. Tampoco existe garantía de que esos niveles se vayan a recuperar: las políticas de austeridad contraen el PIB y puede que la brecha de renta se agrande, máxime cuando todo apunta  que Europa se encamina a una tercera recesión.

También se aprecia cómo los programas de ajuste han enquistado el desempleo en niveles récord (26% en Grecia, 25´5% en España, 19% en Chipre…) lo cual ha empobrecido dramáticamente a amplias capas de la población. La pobreza, que ayer se consideraba propia de países tercermundistas, afecta hoy a más del 25% – 30% de la población en los países intervenidos.



Principales indicadores socio – económicos de los países intervenidos

Brecha de renta
Paro
Pobreza
Deuda pública
Incremento deuda
Irlanda
-11,6
11,4
30,0
121,0
96,1
Grecia
-23,2
26,0
34,6
177,2
69,9
España
-8,3
25,5
28,2
100,2
63,9
Chipre
-15,5
19,2
27,8
122,2
63,4
Portugal
-5,6
15,4
25,3
126,7
58,3
Fuente: Comisión Europea y Eurostat.


Y aun si mañana mismo se iniciase la recuperación, el coste del rescate y de las políticas de austeridad lastrarán durante años nuestra prosperidad ya que tales políticas han incrementado sustancialmente el endeudamiento de los países intervenidos, en todos los cuales supera hoy el 100% del PIB. A esos niveles exorbitantes se ha llegado como se indica en el cuadro por el incremento de deuda operado desde 2007: la devolución de esos créditos y el pago de los intereses correspondientes pesarán sobre los presupuestos públicos en las próximas décadas, impidiendo la financiación de políticas sociales.

Curiosamente en países que como Islandia han diseñado una política económica heterodoxa, renunciando a las políticas de austeridad, enfrentándose a los mercados financieros y encarcelando banqueros, la brecha de renta es de sólo 0´5 puntos del PIB y su desempleo apenas lega al 5´1%. 

[ Y hablando de cajas de ahorros... " Estafa E Ingeniería Financiera: El Caso De La Caja De Ahorros Del Mediterráneo"]