sábado, 30 de agosto de 2014

La situación económica en Alemania (Entrevista a La Radio del Sur, Venezuela).

La emisora venezolana "La Radio del Sur" me invitó a participar en su programa matinal en directo hablando de la situación económica en Alemania, el pasado 28 de agosto de 2014. Aquí tienen a su disposición el audio.

jueves, 28 de agosto de 2014

Cae nuevamente el crédito en la zona euro

Según datos difundidos hoy por el Banco Central Europeo (BCE), el crédito en la zona euro acumula ya 55 meses consecutivos de contracción. A pesar de que el BCE mantiene prestados 507.000 millones de euros a la banca privada, a tipos que van del 0% al 0´25%, el crédito a familias y empresas se encoge mes a mes. Así no es posible recuperación económica. La solución pasa por la creación de banca pública y replantear el funcionamiento del BCE para que este haga compras masivas de deuda pública en el mercado primario.




viernes, 22 de agosto de 2014

Alemania, camino del desastre



Los últimos datos sobre la evolución macroeconómica en Alemania muestran claramente la desaceleración de su economía: su PIB se contrajo un 0´2% en el segundo trimestre y todo apunta a que lo que resta de año será aún peor. Para el año en curso la Comisión Europea preveía un crecimiento del 0% y equilibrio presupuestario, previsiones que hoy parecen notablemente desfasadas por optimistas.

No debiera sorprendernos: la economía alemana es víctima de la política económica que sus dirigentes han impuesto a sus socios europeos. Incapaces de aprender de la experiencia histórica (la crisis actual tanto en su génesis como en la respuesta política es un calco de 1929), los banqueros alemanes han impuesto vía Merkel políticas de austeridad fiscal que han deprimido la demanda agregada, y con ello el PIB y el empleo. La moneda única ha impedido a los países en crisis no solo recuperar competitividad vía devaluación, sino implementar una política monetaria expansiva autónoma acorde con sus necesidades. A consecuencia de ello el crédito en la zona euro acumula ya 54 meses consecutivos de contracción real y en tales condiciones la demanda interna no puede despegar.

La estrategia de los magnates de las finanzas ha minado la economía de los principales socios comerciales de Alemania: cada vez somos más pobres y nos resulta muy difícil importar productos alemanes. En 2013 sus exportaciones cayeron un -0´2% y actualmente se contraen a un ritmo del -1´8%. A esa tendencia estructural habrá que sumar los efectos del conflicto Rusia – Ucrania y del veto a las exportaciones agrarias europeas: incapaz de exportar, la economía alemana no podrá dar salida a buena parte de su producción y sus fábricas, como las nuestras, frenarán en seco.

Ante esta situación cabe hacer algunos comentarios.

En primer lugar, el escenario al que nos enfrentamos no tiene nada de novedoso. Aunque es lugar común entre los economistas invocar la experiencia histórica de la República de Weimar (1919 – 1933) y la hiperinflación para justificar el sesgo anti – inflacionista de la política económica alemana, la historia de Alemania es mucho más amplia y el pasado reciente es muy relevante. En 1992 el sistema monetario europeo (SME), antecesor del actual euro, entró en crisis por la obcecación de mantener un tipo de cambio fijo entre países que, como España y Alemania, tienen evoluciones disímiles tanto en el ciclo económico como en productividad. El SME voló por los aires cuando los especuladores comprobaron que las economías europeas eran incapaces de crecer. El hundimiento de las economías europeas trajo consigo un periodo de atonía que duró hasta 1997 (incluyendo un déficit público del 9´5% del PIB en 1995). Ni Alemania ni, sobre todo, sus trabajadores lograron sortear la crisis: fueron entonces víctimas de la fortaleza del marco alemán como pronto lo serán del euro. Con la llegada al poder del Schröder en 1998 y la aprobación del paquete de medidas Hartz IV se inició el desmantelamiento del Estado de Bienestar germano. El argumento quizá les suene: que las políticas sociales desincentivan a los trabajadores (prefieren vivir a costa del Estado), restan competitividad a la economía y alimentan el déficit público.

En segundo lugar conviene aclarar que la buena parte de la salud de las finanzas públicas alemanas es solo aparente y que se debe al liderazgo económico del país: Alemania es un tuerto en un mundo de ciegos (la eurozona) y eso la ha hecho centro atractor de ingentes flujos financieros, convirtiendo la deuda pública alemana en un refugio para inversores de todo el mundo. Gracias a ello la deuda alemana ha llegado a rendir intereses negativos mientras que en países como el nuestro los tipos de interés se disparaban, teniendo que dedicar el 3´4% de nuestro PIB a intereses, frente al 2´1% de Alemania.

Pero el escenario de dinero barato y abundante del que ha gozado el Estado alemán desaparecerá si su PIB sigue contrayéndose, y todo apunta en esa dirección. Los especuladores huyen de economías cuyo PIB se contrae porque temen que no se generen recursos suficientes para atender el “servicio” de su deuda: ha sucedido en España y sucederá en Alemania. No debemos olvidar que la salud de las finanzas germanas son más un mito que una realidad: desde la  creación de la moneda única en 1999, el déficit público alemán ha superado el nivel del 3% ¡en siete ocasiones!... y en 2013 cerraró con un precario equilibrio presupuestario (nada de ostentosos superavits) y con un endeudamiento equivalente al 78´4% de su PIB… De ahí a la catástrofe va un paso.

Actualmente la gran duda es si Merkel aplicará en su país las mismas políticas contractivas que ha impuesto a sus socios europeos. La historia reciente muestra que, al igual que sucede con las personas, a las naciones se les aplica doble rasero (siempre más flexible con los ricos): a pesar del reiterado historial deficitario, al Estado alemán no se le ha impuesto sanción alguna por sus abultados déficits a pesar de que la legislación europea así lo establece, así que no es previsible que la Unión Europea presione a la canciller Merkel para implementar políticas restrictivas. El problema (suyo y nuestro) son los propios magnates de las finanzas: cuando los ingresos tributarios caigan por la contracción del PIB, exigirán al gobierno recortes presupuestarios para garantizar el pago de lo que se les debe como poseedores de deuda pública. Esa obcecación hundirá más su economía y la nuestra y será entonces cuando la existencia del euro, o al menos el modo en que se gestiona, pasará a estar en el orden del día de los gobernantes europeos.

martes, 19 de agosto de 2014

Recuperación bajo sospecha en la economía española



Rajoy afirma que la recuperación económica ya ha comenzado. Sustenta tal afirmación en los datos recientes del PIB y la EPA. Dado que el año próximo hay elecciones autonómicas y municipales, al gobierno le conviene insistir en la idea de una mejoría económica para mejorar sus expectativas de voto. Sin embargo los datos disponibles no justifican tanto optimismo.

En primer lugar debe tenerse en cuenta que los datos del PIB trimestral son “estimaciones” y  además “provisionales”. Al contrario que el PIB anual, el PIB trimestral no se calcula por procedimientos contables sino econométricos (estadísticos), por lo cual siempre están sujetos a cierto margen de error derivado de la calidad de los datos y del modelo econométrico utilizado. Tendremos que esperar hasta el 28 de agosto para que el último dato ofrecido (+1´2% interanual) sea confirmado (o no) por el INE.

En segundo lugar, aunque el dato llegase a confirmarse no implica necesariamente que la recuperación se haya iniciado, ni siquiera que esté cerca. A título de ejemplo tenemos lo ocurrido en el año 2011. En el primer trimestre el PIB crecía a una tasa del 0´6%, encadenando tres trimestres consecutivos de crecimiento positivo: todo parecía indicar que España había dejado atrás la recesión. Sin embargo, ello no impidió que en el segundo trimestre de ese mismo año se iniciase una nueva desaceleración que condujo a una contracción del -2´1% en el primer trimestre de 2012 (véase Gráfico 1).


De hecho, existen otros datos que ponen en tela de juicio el alcance de esta presunta recuperación, particularmente en lo que se refiere a la evolución del crédito y del sector exterior.

No es posible un crecimiento sostenido sin una evolución dinámica del crédito que permita expandir la demanda interna, particularmente en lo referente a la adquisición de vivienda y bienes duraderos por parte de los hogares. Y sin esa demanda las empresas no tienen razón para invertir en la reposición y ampliación de bienes de equipo.

El crédito a familias y empresas lleva decreciendo en términos reales (descontada la inflación) 40 meses consecutivos: los bancos se limitan a cobrar lo que se les adeuda y no prestar, a pesar de los ingentes recursos a coste 0% que les ha inyectado el BCE.  Actualmente (véase Gráfico 2) el crédito decrece a una tasa real del -4´8% y no hay razón alguna para pensar que el ambiente financiero pueda cambiar a mejor. De hecho el tasa de morosidad se encuentra en niveles históricamente récord (13´4%, Gráfico 3). Y he aquí la “pescadilla que se muerde la cola”: no habrá incremento del crédito si no se reduce a morosidad, pero ésta ni puede reducirse sin un incremento del crédito que reactive la economía y genere empleo y renta para las familias. Está claro que la banca privada no va a romper ese círculo vicioso: a pesar de la ingente cantidad de recursos públicos que se le han inyectado, y a pesar de los privilegios que se le ha otorgado al sector (condonación total o parcial de participaciones preferentes, subvención a la concentración de entidades, etc.), la banca privada está instalada en una estrategia de “esperar y ver” que lastra la recuperación económica.




En cuanto al comportamiento del sector exterior, tampoco está insuflando mucho dinamismo a nuestra economía. Tradicionalmente las exportaciones han sido la vía por la que nuestra economía ha salido de la crisis. La mal llamada “devaluación interna” (es sólo una devaluación salarial) teóricamente debería contribuir a aumentar nuestras exportaciones ya que mejora nuestra competitividad externa. De hecho desde marzo de 2010 los costes laborales unitarios crecen a tasas negativas: el factor trabajo es cada vez más barato para la empresa, en una tendencia que, gracias a la crisis a la conjunción de crisis y reforma laboral continuará en los próximos trimestres (véase Gráfico 4).


Pero las posibilidades de exportar no dependen exclusivamente de los precios de nuestros productos: influye y mucho la situación económica de nuestros socios comerciales. Si las economías de los principales destinos de nuestras exportaciones (Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña) se debilitan, reducirán sus importaciones (nuestras exportaciones) y, como puede apreciarse en el Gráfico 5, las exportaciones españolas están mostrando un comportamiento cada vez más débil.


En tercer lugar, los datos sobre la evolución del mercado de trabajo muestran que la creación de empleo en el II trimestre de este año (402.400 empleos) se caracteriza por su precariedad: puestos de trabajo temporales, a tiempo parcial y muy concentrados en el sector hostelero y comercial; empleos en definitiva de poco recorrido y que aportan escasa productividad a la economía. El dato se explica en buena medida por la tardía celebración de la Semana Santa, de modo que han coincidido en el mismo trimestre dichas festividades y el comienzo de la campaña veraniega. El 53´6% de los empleos asalariados creados son de duración temporal, y un 28´3% a tiempo parcial. El empleo creado se concentra en la rama de “Hostelería” (38%), “Comercio” (14´3%) e Industria Alimentaria y de Bebidas (4´5%), y Servicios de Mantenimiento de Edificios y Jardinería (4´4%) actividades todas ellas de carácter estacional, con niveles salariales reducidos. Se trata, en definitiva, de empleos que probablemente desaparecerán con las vacaciones veraniegas y que en poco o nada alivian el dramático problema de desempleo que sufrimos.

[También recomendamos "La NAIRU y la pseudociencia neoliberal"]

sábado, 16 de agosto de 2014

Venezuela: Algunas Opciones de Política Tributaria para la Estabilización de la Inflación

Cualquier observador imparcial reconocerá que la economía Venezolana ha experimentado una importante evolución desde que en 1999 se iniciara la Revolución Bolivariana. El crecimiento económico y las políticas sociales implementadas han mejorado la calidad de vida de los venezolanos. Hoy Venezuela no solo es considerablemente más próspera que en el año 2000 (el PIB pc ha crecido un 17´7% en ese periodo), sino que los logros económicos han tenido su traducción al ámbito social. Quizá la variable que mejor lo sintetice sea el Índice de Desarrollo Humano (IDH), elaborado por el PNUD: desde el año 2000 el IDH ha crecido de forma sostenida y ya en 2007 ha logrado superar la media de América Latina.

Existe sin embargo un importante desequilibrio macroeconómico que persiste pese a los esfuerzos de
estabilización implementados en los últimos años, particularmente la gestión del tipo de cambio y el sistema de control de precios y costos: la inflación. Aunque la evolución de los precios al consumo no es tan elevada como lo llegó a ser a mediados de los años ´90, es justo reconocer que se trata de un desequilibrio muy preocupante.

Aunque en Venezuela y en América Latina existe una amplia experiencia en el diseño de programas de
estabilización, el objetivo del presente trabajo es analizar exclusivamente el modo en que podemos explotar la política tributaria para contribuir a la reducción de la inflación. Los programas de estabilización tradicionales, habitualmente auspiciados por el FMI, suelen tener un impacto severo en términos de pérdida de bienestar (caída de la producción, aumento del desempleo, mayor desigualdad…), lo que los hace poco deseables para la mayor parte de la población.

Probablemente un buen programa de estabilización debe conjugar medidas muy diversas en los ámbitos cambiario, monetario, fiscal, regulatorio, etc. Nuestra pretensión, mucho más modesta, es responder a la siguiente pregunta: ¿puede la política tributaria contribuir al control de la inflación sin los perjuicios de los
programas neoliberales?

[Ver artículo completo pinchando aquí.]
[También recomendamos: "Desigualdad y pobreza: deterioro de las condiciones de vida en España"].

viernes, 8 de agosto de 2014

EL IMPACTO DE LA CRISIS EN EL DETERIORO ALIMENTARIO EN ESPAÑA

En este artículo examinamos el impacto que la crisis iniciada con la implosión de la “burbuja  inmobiliaria” (1999 – 2007), ha tenido sobre el consumo de alimentos por las familias españolas. La extraordinaria duración e intensidad de la crisis económica iniciada en 2008, se ha traducido en una contracción del Consumo Privado en general y, más concretamente, del consumo de alimentos. En el periodo 2008 – 2013  el gasto en alimentos ha registrado una contracción real del -19´6%. Entre los alimentos cuyo consumo experimenta una mayor reducción encontramos aquellos que suministran un mayor valor proteínico al consumidor y, en general, alimentos frescos (carnes, pescados y frutas). Aumentan los derivados lácteos, el azúcar y la mantequilla, probablemente utilizados como sustitutivos de bienes de primera calidad (carnes y pescados frescos). Incluso se ha operado una reducción en aquellos alimentos que tradicionalmente han sido clasificados como “bienes inferiores”.

Puedes accer al artículo completo pinchando aquí.



Y también recomendamos: "Participaciones Preferentes: la nefasta experiencia española".

El Fracaso de las Instituciones Presupuestarias en las Entidades Locales

La crisis económica iniciada en 2007 ha impactado de lleno en las finanzas de las Entidades Locales,
siendo su expresión más dramática la incapacidad generalizada para hacer frente a las obligaciones
de éstas con sus acreedores; lo cual ha dado lugar a sucesivos planes del Gobierno de la nación desde
2009. Si bien tales planes pueden ser un incentivo para comportamientos más eficientes por parte de
aquellas, también han puesto de manifiesto la ineficacia de las instituciones presupuestarias o reglas
fiscales contenidas en la Ley Reguladora de Haciendas Locales para lograr un comportamiento sostenible
y garantizar la prestación de servicios públicos a la que están obligadas por ley. De facto tales reglas
han quedado inoperantes a partir de 2009.

[Acceso al artículo completo pinchando aquí].


Y también recomendamos: "Participaciones Preferentes: la nefasta experiencia española".