Acaban de cumplirse seis años de la quiebra del banco de inversión
norteamericano Lehman Brothers, aldabonazo de la crisis financiera global que
aún nos acecha: se hundió el PIB europeo y el desempleo escaló hasta a niveles
históricos. Además, la ralentización de la economía tuvo como consecuencia inmediata
el aumento del déficit público incluso en países en los que, como España, se
había gozado de superávit gracias a las mieles de la especulación inmobiliaria.
Repentinamente descubrimos que el sistema financiero era un gigante
con pies de barro: la especulación de todo tipo que había florecido a la sombra
de la política de dinero barato del BCE para hacer más digerible la
implantación del euro, cesó. Y descubrimos que nuestros bancos, nunca
inocentes, habían participado de prácticas delictivas como la comercialización
masiva de “activos tóxicos” (derivados de hipotecas “subprime”, participaciones
preferentes…). De la noche a la mañana el patrimonio bancario se volatilizó…
pero todos debíamos mucho a unos bancos que no valían nada.
Pese a algunos tímidos ensayos keynesianos (el “Plan – E” de Zapatero)
pronto se impuso la lógica neoliberal de los Tratados de la Unión Europea y los
Estatutos del BCE.
Los banqueros impusieron su lógica nefasta: nada de reformar el
capitalismo, nada de una Europa más social, nada de políticas keynesianas… “salvando
la banca salvamos Europa”. Como la quiebra de Lehman Brothers había derivado en
la paralización de los mercados financieros internacionales, el crédito había
cesado y la actividad económica se había frenado. Nada en apariencia más
sencillo que tratar de insuflar vida (dinero) al sistema financiero para que el
crédito volviera a fluir y recuperar la prosperidad perdida. Absurdo: volver a
engrasar la maquinaria especulativa de los bancos quebrados para que esos
mismos bancos tradujesen el rescate bancario en crecimiento económico.
Los “planes de rescate” fueron la herramienta elegida retornar al
paraíso perdido. Un “plan de rescate” es un contrato entre un país
“intervenido” y sus rescatadores para concederle el crédito que ya no puede loghrar
emitiendo bonos en los mercados. El rescatador, en este caso la “troika” (Comisión
Europea + BCE + FMI), exige en contrapartida una serie de medidas de política
económica (“condicionalidad”), amén de la devolución del crédito con sus
correspondientes intereses.
Los planes de rescate europeos poco diferían de los que el FMI aplica en
el Tercer Mundo… Sí: el FMI dirigido por delincuentes como Rodrigo Rato,
Strauss – Kahn o Lagarde…
En primer lugar el dinero prestado ha de destinarse a salvar la banca
y, el sobrante, a reprogramar la deuda pública: los acreedores antes que los
ciudadanos. En segundo lugar, los gobiernos intervenidos se comprometen a
reducir su déficit hasta el 3% fijado por el Pacto de Estabilidad y
Crecimiento, recortando gasto público e incrementando los impuestos indirectos
(IVA). Tales recortes no sólo debían ayudar a reducir el déficit sino, de paso,
eliminar “privilegios” a la acomodada clase obrera europea, poco dada a
competir por culpa del “generoso” Estado de Bienestar, garante de servicios educativos
y sanitarios para todos.
Por la misma razón, los planes de rescate incluyen reformas laborales
que faciliten y abaraten el despido y retrasen la jubilación. Además, los
planes de rescate habrían de favorecer la concentración bancaria (menos bancos
pero más poderosos), prohibiendo la indemnización a ahorradores que hubieran
sido estafados con fórmulas como las “participaciones preferentes”, “cuotas
participativas” o productos similares. Borrón y cuenta nueva a favor de la
banca.
Contrariamente a lo que sostiene Rajoy, España sí ha sido intervenida:
el plan de rescate, denominado ampulosamente “Memorándum de Entendimiento”
(MoU, en inglés), se firmó con la “troika” el 20 de julio de 2012.
Estos planes han ido acompañados de jugosos fondos para la banca en
condiciones muy ventajosas.
De una parte los gobiernos de la Unión Europea dieron a la banca
subvenciones a fondo perdido que ascienden a más de 175.000 millones de euros. Sumemos
la adquisición de pasivos emitidos por los bancos quebrados y que nunca se recuperarán:
otros 198.679 millones de euros. Y para redondear la operación, los gobiernos
han concedido a la banca avales y contratos de indemnización frente a posibles
pérdidas por importe de otros 505.189 millones de euros. A día de hoy el dinero
público movilizado por los gobiernos a favor del sistema financiero asciende a
878.910 millones de euros.
Pero eso no es todo. Sumemos el dinero movilizado por el BCE, que ha
llegado a prestar a la banca más de 900.000 millones de euros a tipos que
rondan el 0% – 0´25% para devolver en cómodos plazos. Hoy la banca aún debe más
de 507.000 millones y no parece que tenga prisa en devolverlos: invertirlos en
deuda pública norteamericana al 3% o 4% es la estrategia que siguen, estrategia
de “esperar y ver”, estrategia de “cobrar pero no prestar”, que está retardando
sine die la recuperación europea.
Y mientras tanto se niega el pan y la sal a los gobiernos nacionales
para financiar políticas expansivas creadoras de empleo o políticas sociales que
compensen los dramáticos efectos de la crisis. No es posible implementar
políticas de este tipo (keynesianas) si no hay dinero abundante y barato. Al
BCE le correspondía haber jugado ese papel, pero los redactores de sus
estatutos se encargaron de prohibir expresamente que el BCE comprase deuda pública
en el “mercado primario”. Prestando al 0% – 0´25%, podría haber evitado que los
gobiernos tuviesen que enfrentarse a “primas de riesgo” abusivas y exorbitantes
que consumían los menguantes presupuestos públicos y sólo beneficiaban a los
especuladores.
El balance de los programas de ajuste no puede ser más decepcionante.
En el cuadro adjunto resumimos la evolución de los países intervenidos.
Llama la atención la enorme “brecha de renta”, esto es, la diferencia
entre la renta per cápita actual y la que disfrutaban los ciudadanos justo
antes de la crisis. Esa brecha mide lo que a un país le falta por recorrer para
restablecer los niveles de bienestar previos a la crisis, y va desde los -5´6
puntos de PIB de Portugal hasta los -23´2 de Grecia. Tampoco existe garantía de
que esos niveles se vayan a recuperar: las políticas de austeridad contraen el
PIB y puede que la brecha de renta se agrande, máxime cuando todo apunta que Europa se encamina a una tercera recesión.
También se aprecia cómo los programas de ajuste han enquistado el
desempleo en niveles récord (26% en Grecia, 25´5% en España, 19% en Chipre…) lo
cual ha empobrecido dramáticamente a amplias capas de la población. La pobreza,
que ayer se consideraba propia de países tercermundistas, afecta hoy a más del
25% – 30% de la población en los países intervenidos.
Principales indicadores socio –
económicos de los países intervenidos
|
|||||
Brecha de renta
|
Paro
|
Pobreza
|
Deuda pública
|
Incremento deuda
|
|
Irlanda
|
-11,6
|
11,4
|
30,0
|
121,0
|
96,1
|
Grecia
|
-23,2
|
26,0
|
34,6
|
177,2
|
69,9
|
España
|
-8,3
|
25,5
|
28,2
|
100,2
|
63,9
|
Chipre
|
-15,5
|
19,2
|
27,8
|
122,2
|
63,4
|
Portugal
|
-5,6
|
15,4
|
25,3
|
126,7
|
58,3
|
Fuente:
Comisión Europea y Eurostat.
|
Y aun si mañana mismo se iniciase la recuperación, el coste del
rescate y de las políticas de austeridad lastrarán durante años nuestra
prosperidad ya que tales políticas han incrementado sustancialmente el
endeudamiento de los países intervenidos, en todos los cuales supera hoy el
100% del PIB. A esos niveles exorbitantes se ha llegado como se indica en el
cuadro por el incremento de deuda operado desde 2007: la devolución de esos
créditos y el pago de los intereses correspondientes pesarán sobre los presupuestos
públicos en las próximas décadas, impidiendo la financiación de políticas
sociales.
Curiosamente en países que como Islandia han diseñado una política
económica heterodoxa, renunciando a las políticas de austeridad, enfrentándose
a los mercados financieros y encarcelando banqueros, la brecha de renta es de
sólo 0´5 puntos del PIB y su desempleo apenas lega al 5´1%.
[ Y hablando de cajas de ahorros... " Estafa E Ingeniería Financiera: El Caso De La Caja De Ahorros Del Mediterráneo"]
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