Apariencias
aparte, la noticia más relevante de la semana ha sido la movilización a nivel
europeo de los trabajadores del sector del taxi. Sí, ni Felipe VI ni los
Mundiales de Brasil: el taxi. Y lo es porque la crisis del sector forma parte
de una crisis más global de las sociedades y las economías: el lema “conmigo no
va” no vale para nadie cuando el tsunami de una revolución industrial se deja
sentir en el horizonte. Y eso está ocurriendo: las tecnologías de la comunicación
están cambiando las formas de comprar, vende y y pagar. Casi todos, sin
distinción de edad estamos vinculados (… iba a decir “tenemos acceso”… pero es
una afirmación falsamente democrática) a dispositivos de localización
geográfica e identificación personal: eso es la nueva telefonía móvil. Las
anteriores revoluciones industriales modificaron la forma de producir y
distribuir bienes: ahora le toca a la producción y distribución de servicios
(el sector más importante de cualquier economía moderna). Que nuestras cortas
mentes sean incapaces de imaginar el modo en que nos afectará no debe llevarnos
a pensar “conmigo no va” y por tanto “no me movilizo”. Esto va con todos. Es
más, probablemente afectará incluso a la forma de ser ciudadano, esto es, a la
forma de ser titular y ejercer derechos
cumplir obligaciones: votaremos con el móvil,… quizá nos condenen a 3
meses y un día sin acceso a Facebook, o nos multen bloqueando X megas de
memoria a nuestro móvil… Quien tenga la capacidad de conectar o dejar caer “la
red”… tendrá un poder equivalente al de dar un golpe de estado… Quien pueda
filtrar los contenidos que fluyen, tendrá el poder que la revolución Industrial
dio en el pasado a la prensa, al actuar de mediador (interesado) entre emisor y
receptor del mensaje…
[Y además..."La Nairu y la Pseudociencia Neoliberal"]
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